Las tapas forman parte de nuestro día a día, nuestra cultura, nuestra gastronomía. La manera perfecta de almorzar o cenar, probando de todo y compartir esa experiencia con tus amigos, familia, compañeros de trabajo…
Antiguamente se servían pequeñas porciones de comida en España para los aperitivos y normalmente con un vino u otra bebida. Ya en el siglo XIII, el rey Alfonso X el Sabio obligo a sus sirvientes poner siempre un poco de comida con el típico vaso de vino.
Sin embargo, a principios del Siglo XIX se comenzó con la tradición de la tapa en todos los bares y restaurantes. Estas pequeñas porciones, pequeños trozos de comida de la zona recibió el nombre de tapas cuando el rey Alfonso XIII realizaba una visita oficial a la ciudad de Cádiz. Decidió pararse en el Ventorrillo el Chato, ese día hacía viento, El dueño del bar decidió ponerle una loncha de jamón ibérico en su copa de Jerez para evitar que le entrara arena en su catavino.
Poco después la tapa se convirtió en tradición, en el sur de España, rebanadas de pan con chorizo, pan con jamón, caña de lomo, las cuñas de queso eso si siempre bien acompañado de una copa de vino.
También se extendió al norte de la península ibérica esta tradición comenzó en la década de 1930. Cuando una vez existían los coches y los trenes, la aristocracia solía pasar sus veranos en San Sebastián. Junto a la Playa de la Concha, el restaurante La Espiga, fue en esta zona unos de los primeros que comenzó a servir tapas, en plato pequeño acompañado siempre de unos palillos.